Una reversión geomagnética es un cambio en la orientación del campo magnético terrestre
tal que las posiciones del polo norte y sur magnético se intercambian.
Estos eventos, los cuales se cree que duran de cientos a miles de años, a
menudo implican un descenso prolongado de la fuerza del campo magnético
seguida por una recuperación rápida después de que la nueva orientación
se ha establecido.
Por largos períodos, las reversiones magnéticas parecen haber
ocurrido con una frecuencia de 1 a 5 eventos por millón de años. No
obstante esta duración es altamente variable.
Durante algunos períodos geológicos (por ejemplo, el Cretáceo Largo Normal comprendido entre el Aptiano
hasta el Santoniano), el campo magnético terrestre se observa mantuvo
una sola orientación por decenas de millones de años. Otros eventos
parecen haber ocurrido muy rápidamente con no más que una reversión en 50 milenios.
La última reversión de la que se tiene dato fue la Reversión Brunhes-Matuyama, aproximadamente hace 780.000 años.
La opinión científica se encuentra dividida al tratar de explicar qué
causa la reversión geomagnética. Muchos científicos creen que la
reversión es un aspecto inherente de la hipótesis de la dínamo
de cómo el campo geomagnético es generado. En simulaciones por
ordenador, se observa que las líneas de campo magnético pueden algunas
veces entrelazarse e incluso desorganizarse por los movimientos caóticos
del metal líquido del núcleo externo.
En algunas simulaciones, esto conduce a una inestabilidad en la cual
el campo magnético se invierte espontáneamente a la orientación
contraria. Este argumento es respaldado por las observaciones del campo
magnético solar, el cual experimenta reversiones espontáneas cada 7-15
años (ver: Ciclo solar).
Sin embargo, en el caso del Sol, se observa que la intensidad
magnética solar se incrementa demasiado durante una reversión, mientras
que en el caso de la Tierra, las reversiones parecen ocurrir durante una
disminución en la fuerza del campo magnético.
Los métodos de cálculo actuales han utilizado grandes
simplificaciones, para producir los modelos que corren en aceptables
escalas de tiempo para programas de investigación.
Una opinión minoritaria, sustentada por figuras como Richard A. Muller,
es que las reversiones geomagnéticas no son procesos espontáneos, sino
más bien que éstos son accionados por eventos externos los cuales
interrumpen directamente el flujo dentro del núcleo de la tierra. Tales
procesos pueden incluir la llegada de trozos continentales llevados
hacia abajo del manto por la acción de las placas tectónicas
en las zonas de subducción, la iniciación de nuevas protuberancias en
los límites del manto central y posiblemente fuerzas de cizalla debidas a
algún Impacto astronómico.
Los sustentantes de esta teoría afirman que cualquiera de estos
eventos pueden conducir a una interrupción a gran escala del dínamo
terrestre, al desactivar efectivamente el campo geomagnético. Desde que
el campo se encuentra fijo en la orientación Norte-Sur actual o una
orientación invertida, proponen que cuando el campo se recupera de tal
interrupción, elige de manera espontánea ya sea uno u otro estado, de
tal manera que la recuperación es vista como una reversión en cerca de
la mitad de todos los casos.
Las interrupciones breves que no tienen como resultado una reversión son conocidas y se les conoce como excursiones geomagnéticas.
Las reversiones pasadas del campo geomagnético pueden ser y han sido
registradas en minerales ferromagnéticos congelados o depósitos
sedimentarios de flujos volcánicos enfriados en la tierra,
originalmente. No obstante, el registro de pasadas reversiones
geomagneticas fue advertido primero al observar las "anomalías" de las
bandas magnéticas en el fondo del océano. Dado que el fondo del mar se
extiende con una tasa más o menos constante, esto tiene como resultado
la aparición de franjas anchamente evidentes de que la polaridad pasada
del campo puede ser inferida al mirar los datos reunidos por el simple
arrastre de un magnetómetro por el lecho marino. Sin embargo, desde que
no existe ninguna subducción del fondo del mar ( ni el empuje del fondo
del mar en las placas continentales como en el caso de Ophiolytes) que
es más viejo con cerca de 180 millones de años de edad, es necesario el
uso de otros métodos para detectar reversiones pasadas. La gran mayoría
de las rocas sedimentarias
incorporan delgadas cantidades de minerales enriquecidos con hierro,
cuya orientación es influenciada por el ambiente magnético bajo el cual
se formaron. Bajo condiciones favorables, es así posible extraer
información de las variaciones del campo magnético en muchas rocas
sedimentarias. Sin embargo los procesos diagenéticos -al quedar
sepultadas- pueden borrar la evidencia del campo magnético original.
Dado que el campo magnético terrestre está presente de manera global,
hallar patrones similares en las variaciones magnéticas en diferentes
sitios es un método usado para correlacionar edades a través de
diferentes localidades. En las pasadas cuatro décadas, grandes
cantidades de datos paleomagnéticos han sido acumulados para arrojar una
edad del fondo marino de unos 250 millones de años y de tal suerte que
han venido a ser una importante y conveniente herramienta usada para
estimar la edad de capas geológicas en el campo. Aunque no es en si un
método independiente de datación, sino que depende de otros como
datación a base de radioisótopos, ha venido a ser usado especialmente
por los geólogos metamórficos e ígneos donde el uso de fósiles en la
estimación de las edades están raramente disponibles.
=== La frecuencia de reversiones geomagnéticas we are anonymous
El Cretáceo largo normal
Un largo período durante el cual no hubo reversión de los polos
magnéticos, fue el Cretáceo Largo (también llamado Cretáceo Supercrón o
C34) que duró cerca de 120 a 83 millones de años. Este período contempla
el Aptiano y el Santoniano.
Una tendencia interesante de observar es que al mirar la frecuencia
de las reversiones magnéticas antes y después del período: la frecuencia
disminuyó de manera constante antes del período, alcanzando su punto
más bajo (sin reversión) durante el perìodo, después del Supercrón la
frecuencia de las reversiones se incrementa lentamente sobre los
siguientes 80 millones de años hasta el presente.
"La quieta Zona Jurásica"
La zona jurásica es una sección del fondo marino que esta
completamente desprovista de bandas magnéticas, que pueden ser
detectables en otra parte. Esto podría significar que hubo un período
largo de estabilidad polar durante el período jurásico, de manera
semejante al Supercrón Cretáceo. Otra posibilidad, es que como esta área
es la más vieja del fondo marino, cualquier magnetización, que haya
existido se degradó completamente. Estas zonas existen en los márgenes
continentales del Océano Atlántico así como en parte del Pacífico Occidental (tal como en la Fosa de las Marianas)
El Supercrón Kiaman
Es otro largo período en el cual no hubo reversión de los polos magnéticos. Este período va del Carbonífero al final del Pérmico
Futuro del campo magnético presente
Variaciones geomagnéticas desde la última reversión.
En la actualidad, el campo magnético en general ha venido a ser más
débil, en una tasa que de continuar, ocasione que el campo se desplome
temporalmente hacia el año 3000 o 4000. La anomalía del Atlántico Sur
se cree que es producto de ello. El fuerte deterioro corresponde a un
descenso en un 10 a un 15% sobre los últimos 150 años, y se ha acelerado
en los últimos años; sin embargo la intensidad geomagnética ha
disminuido casi de manera continua en un máximo de 35% por encima del
valor más reciente logrado. La tasa de disminución y la fuerza actual
está dentro de lo normal de variación, como lo demuestran los registros
de los campos magnéticos en el pasado, detectados en las rocas.
No se sabe si el decaimiento del campo continuará en el futuro. Dado
que ninguna reversión magnética ha sido observada por el humano moderno y
el mecanismo de la generación de éste no está del todo comprendido, es
difícil predecir cuales son las características del campo magnético que
conducirán a dicha reversión. Algunos especulan que una gran disminución
del campo magnético, durante un período de reversión, expondrá a la
superficie de la tierra a un sustancial y potencial incremento de radiación cósmica. No obstante, el Homo erectus y sus ancestros han sobrevivido a muchas reversiones previas.
No hay evidencia de que una reversión del campo magnético haya
causado cualquier extinción biológica. Una posible explicación es que el
viento solar
puede inducir un campo magnético suficiente -en la ionósfera de la
Tierra - para protegerla de las partículas altamente energéticas, aún en
ausencia del campo magnético normal del planeta.[2]
El polo norte magnético de la tierra se está desplazando de Canadá hacia Siberia con una tasa de 10 km por año al comienzo del siglo XX llegando a 40 km por año en el 2003.1 Se desconoce si este deslizamiento continuará acelerándose.
Aunque la inspección de las reversiones ocurridas en el pasado no
implican extinciones biológicas, la sociedad actual con su dependencia
de la electricidad y sus efectos electromagnéticos(ej. la radio,
la comunicación satelital) puede ser vulnerable a la interrupción
tecnológica bajo las condiciones de una completa reversión de los campos
magnéticos.
Glatzmaier y su colaborador Paul Roberts (de la UCLA) han construido
un modelo numérico de los procesos dinámicos, líquidos y
electrodinámicos al interior de la Tierra y lo procesaron en una
supercomputadora Cray. Los resultados reprodujeron las características
clave del campo magnético, simulando un tiempo de 40 ka. Además se pudo
observar que el campo generado por el cálculo del ordenador, se invirtió
por sí mismo.
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